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La Aventura De Una Tortuga

CUENTOS CON MORALEJA

Este gran relato te llenará de emociones y alegría iniciamos el camino.   
 
  Una tarde, se produjo un emotivo reencuentro entre dos amigos muy queridos: Andrés y Dayana.
 
En su infancia, compartieron innumerables momentos juntos. Sin embargo, al haberse convertido en adultos, tomaron caminos muy diferentes. Dayana se convirtió en una ama de casa con dos hermosas hijas y un esposo. En su tiempo libre, disfrutaba viendo el programa de su amigo Andrés en YouTube, donde este exploraba lugares fascinantes y, en ocasiones, se aventuraba en situaciones peligrosas. Aunque sus vidas eran radicalmente diferentes, su amistad permaneció intacta. Siempre estaban en contacto, y Andrés veía a Dayana como una hermana.
 
En aquella tarde, mientras Andrés compartía algunas de sus emocionantes historias con Dayana, ella parecía melancólica. Intrigado, Andrés le preguntó la razón de su tristeza. Un tanto apenada, Dayana le confesó que su vida no le parecía tan emocionante como la suya, y que las labores cotidianas en su hogar no tenían el mismo encanto que las emocionantes narrativas de su amigo. Fue un momento de reflexión para Andrés, ya que él consideraba que la vida de Dayana era igual de interesante, dado que la veía como una aventura en sí misma, centrada en su hermosa familia.
 
Dayana expresó su deseo de al menos ser la “tortuga” de Andrés, ya que disfrutaba de todas sus aventuras. Sí, escuchaste bien, su “tortuga”. Andrés tenía una mascota bastante peculiar que compartía su vida en el programa: una tortuga que lo acompañaba en todo momento. Era más que una simple mascota para él; la consideraba su mejor amiga o, mejor aún, como si fuera su propio hijo. Andrés le contaba historias, la llevaba de paseo, la alimentaba y compartía con ella innumerables momentos. Definitivamente, era como un hijo para él. Como puedes imaginarte, esa tarde, la tortuga también estaba presente en el reencuentro de estos dos entrañables amigos.

Andrés sonrió a Dayana y le dijo: “¿Cómo es que preferirías ser una tortuga? Después de todo, sigue siendo una tortuga”. Dayana, con una expresión seria, respondió: “Sí, deseo ser tu tortuga y vivir todas tus aventuras”. La conversación sobre el tema se tornó hilarante mientras discutían cómo sería ser una tortuga. Imagínate, caminar con cuatro patas y llevar siempre un gran caparazón en la espalda. Pasaron toda la tarde hablando del tema, pero finalmente, Dayana tuvo que irse a recoger a sus dos hermosas hijas en el colegio.

Los días pasaron y Andrés se embarcó en una de sus aventuras, una parte fundamental de su trabajo. Esta vez, se dirigió a un lugar mágico y remoto, lejos de la civilización y bastante hostil: la famosa selva del Amazonas. Optó por ir con un guía que conocía a fondo la zona. Al inicio de su aventura, se encontró con hermosas aves que formaban grupos o, como se dice en el Amazonas, “manadas”. Eran unos preciosos loros que llenaban la zona. Andrés comenzó a grabar y documentar su experiencia, emocionante para algunos, pero aterradora para otros.

Llegaron a un campamento indígena que el guía conocía. Los habitantes de la zona tenían una apariencia muy distinta a la que todos conocen: vestían prendas mínimas que apenas cubrían ciertas partes de su cuerpo y llevaban palitos atravesados en la nariz. Andrés se sintió tranquilo y confiado porque su guía era amigo de esta pequeña tribu, o mejor dicho, de este pequeño grupo de personas. Eran muy amigables y cordiales, siempre ofreciendo comida a Andrés y a su guía. Incluso le organizaron una fiesta de bienvenida con tambores y bailes alrededor de una hoguera. En el grupo había un hombre especial, el Chamán, una figura mágica y peculiar, como el líder del lugar. Todos lo respetaban, y cuando hablaba, todos callaban para escuchar sus palabras. Después de la ceremonia, el Chamán se acercó a Andrés y le preguntó sobre su historia. Por alguna razón, Andrés terminó compartiendo la historia de su amiga, incluyendo la conversación sobre la tortuga que lo acompañaba en ese viaje. El Chamán vio la tortuga y pronunció palabras sabias, hablando sobre la gratitud hacia lo que los dioses nos destinaron y cómo, a veces, necesitamos experimentar otras vidas para apreciar nuestra propia felicidad. Siguió hablando, pero en algún momento de la conversación, Andrés se quedó dormido debido al agotamiento del día.ferentes

No sé qué sucedió esa noche, pero puedo contarte sobre la magia y la aventura que trajo consigo para muchos. Por la mañana, al despertar, Andrés vio a la tortuga de manera diferente. Juguaba con los niños del lugar y realizaba acciones que ni siquiera sabía que podía hacer. Los niños la invitaban a jugar al escondite, y ella se escondía lentamente en su caparazón, lo cual resultaba muy divertido. Incluso parecía actuar como un perro cuando le lanzaban un palo, moviéndose lentamente pero con entusiasmo para buscarlo. Ese día, junto con el guía, decidieron continuar con su aventura, explorando ríos, montañas y lugares poco frecuentados por personas. Lo que más sorprendió a Andrés fue ver cómo su tortuga siempre mantenía una sonrisa, y sus ojitos pequeños parecían muy diferentes.

Pasaron dos semanas en la selva, explorando y grabando un programa completo para los seguidores de Andrés. En esta aventura, la tortuga se destacó y desempeñó un papel importante en el programa. Esto llevó a Andrés a reflexionar profundamente sobre su amiga Dayana, ya que notó que la tortuga parecía entenderlo y mostraba emociones que nunca antes había visto en ella.

Al regresar a la ciudad, lo primero que hizo Andrés fue llamar a su amiga Dayana. Sin embargo, se encontró con la noticia de que ella estaba pasando por un momento difícil. Sus familiares le contaron que Dayana estaba experimentando síntomas extraños: se movía lentamente y hablaba con una pronunciación lenta y pausada. Las reacciones de Dayana ante situaciones graciosas o preguntas no eran inmediatas; pasaban minutos antes de obtener una respuesta. También le informaron que había sido llevada al médico en varias ocasiones, pero los resultados mostraban que físicamente estaba en buen estado. Los médicos atribuían su estado a cuestiones emocionales y le recomendaron reposo absoluto, instándola a descansar y esperar una pronta recuperación. Dayana prácticamente se limitaba a comer y dormir.

Al escuchar todo lo que el esposo de Dayana le contó, Andrés se sintió muy triste. Compartió sus preocupaciones y tristeza con su tortuga, pero notó que incluso la tortuga estaba reaccionando de manera inusual. Incluso parecía llorar, con lágrimas que brotaban de sus ojos. En un momento de desesperación, Andrés comenzó a experimentar con la tortuga. Se le ocurrió hacerle preguntas, esperando que pudiera responder con movimientos de cabeza. Por ejemplo, le preguntó: “¿Quieres comer?” y notó que la tortuga respondía afirmativamente con un leve movimiento de cabeza, indicando un sí.

Luego, Andrés se aventuró a hacerle preguntas más extrañas, como “¿Quieres saltar?” y observó que la tortuga sonreía y negaba con un leve movimiento de cabeza, indicando un no. Finalmente, impulsado por una extraña corazonada, preguntó a la tortuga si ella era su amiga Dayana. Vio un leve movimiento de cabeza afirmativo, pero se sintió confundido. Para confirmar aún más, le pidió que cerrara los ojos tres veces si era Dayana. La tortuga cumplió con esta solicitud, cerrando los ojos tres veces, y Andrés finalmente quedó convencido de que su amiga Dayana estaba de alguna manera dentro del cuerpo de la tortuga.

Toda esta experiencia dejó a Andrés confundido y sin saber cómo manejar la situación. Llegó a cuestionar si todo era un sueño, pero al sumergirse en el agua fría, se dio cuenta de que la realidad era más extraña de lo que podía imaginar. Todo era muy confuso para él.

Así que Andrés decidió seguir adelante con todo lo que había hablado con su amiga esa tarde, como darle de comer, viajar y llevarla a sus aventuras. Inició otro viaje, pues, al final, esa era su vocación y no podía dejar de lado su pasión por la aventura y la exploración. La tortuga, que él sabía que era Dayana, tuvo que viajar en la bodega de carga del avión, ya que no podía ocupar un asiento en el avión. Aunque al principio parecía contenta al no entender dónde estaba, pronto comenzó a sentirse incómoda debido al calor insoportable de Taity, un lugar en el Caribe conocido por su pobreza y mala reputación.

El viaje los llevó a explorar restaurantes y áreas urbanas que a veces desprendían un mal olor y estaban llenas de basura. La vida de las personas en Taity era muy dura. Después de un largo día de exploración, decidieron regresar al hotel, y Andrés notó la incomodidad de la tortuga, que claramente no estaba disfrutando del viaje, a diferencia de él, que estaba emocionado por cada momento de su aventura y exploración. Le preguntó a la tortuga sobre su experiencia, utilizando su peculiar forma de comunicación, y se dio cuenta de que ella no estaba disfrutando en absoluto. Para Andrés, este viaje y su trabajo eran su pasión y propósito en la vida, y no podía entender por qué Dayana no compartía su entusiasmo.

Al día siguiente, Andrés y la tortuga Dayana continuaron su viaje en Taity, visitando playas y lugares paradisíacos, pero donde el turismo era escaso y los lugares estaban desiertos. Andrés disfrutaba de la soledad y la belleza de estos lugares, pero la tortuga Dayana seguía sin mostrar entusiasmo. Al regresar al hotel por la noche, Andrés notó lágrimas en los ojos de la tortuga y supo que algo estaba mal con su amiga.

Después de intentar animarla con cuentos e historias, Andrés se quedó dormido esa noche. Sin embargo, su sueño fue muy diferente: tuvo una conversación profunda con Dayana, en la que ella podía hablar y no era una tortuga. Dayana expresó su tristeza y confesó que no sabía cómo había terminado en el cuerpo de la tortuga, pero había creído que estar en la tortuga de Andrés la haría feliz. Sin embargo, se dio cuenta de que no era así, y que estaba pasándola muy mal. Extrañaba su vida como madre y esposa, y llegó a apreciar cuánto le llenaba el corazón su papel en su familia. Dayana expresó su comprensión de que todos somos diferentes y tenemos gustos y sueños distintos. Reconoció que la felicidad a menudo se encuentra donde menos lo esperamos y que los sentimientos a veces pueden ser engañoso.

Dayana mencionó que, si los dioses le dieran la oportunidad de regresar a su cuerpo, disfrutaría cada día con su familia con la misma emoción que Andrés sentía en cada uno de sus viajes. Planeando sus vacaciones y apreciando su destino, aprendió a valorar lo que tenía. Finalmente, Dayana afirmó que sin darse cuenta, su vida era perfecta. Esa noche fue un sueño profundo y conmovedor para Andrés y Dayana, que vivieron una gran aventura juntos. Este sueño les cambió la vida para siempre. Al día siguiente, Dayana regresó a su cuerpo y la tortuga recuperó el suyo. Lo más interesante es que a partir de ese momento, Dayana comenzó su propia aventura, una en la que se siente feliz cada día.

Este relato concluye con un hermoso mensaje sobre apreciar la vida, los sueños y metas, y cómo una experiencia inusual puede cambiar la perspectiva de las personas de por vida.

Escrito por Jesús Martínez con la intención de mejorar la vida de todos los lectores, el agradecimiento forma parte del éxito.

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