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Sinopsis
"El Poder de la Fe" está inspirado en las experiencias que he vivido a lo largo de mi trayecto, impactando una realidad que a menudo es negada, incluso cuando la estamos experimentando. A través de este libro, descubrirás la importancia de creer en algo y mantener esa creencia hasta que se haga realidad. La fe no es un poder religioso, sino una ley de libertad que nos ha acompañado desde nuestra creación. Te invito a embarcarte en una lectura llena de asombros y milagros, donde compartiré las experiencias que han transformado mi vida. ¡Descubre el poder de la fe y cómo puede influir en tu propio camino!".
CAPITULO I
El poder de creer es uno de los poderes más inmensos que existen. No hay ley que ayude más a las personas que esta, y eso es lo que quiero que veas con este libro: a través de hechos, historias, relatos de personas que experimentaron este gran poder, así como investigaciones y estudios que han demostrado la capacidad del hombre para crear, sanar y controlar todo lo que está a su alrededor con este medio.
Te invito a entrar a este mundo de lo capaz, donde no existe lo imposible, donde demostramos que lo único imposible es lo que tú estás creyendo.
Iniciemos con algunas historias personales que me demostraron la capacidad de actuar con hechos basados en la fe. Cuando tenía treinta años, Dios tocó a mi puerta. En realidad, no era Dios, pero sí fue una persona enviada por él. Por medio de esa persona, recibí el mensaje que tenía para mí y mi familia. Ese día decidí no solo abrir mi puerta, sino también mi corazón, permitiendo cosas maravillosas en mi vida. Claro, ese día no sabía cómo sería mi vida ni que experimentaría cosas grandiosas e increíbles que muchos no experimentan por no activar el principio de la fe. Pero cuando vi a esta persona en la puerta, era para mí solo otra persona con su familia y una Biblia. Sin embargo, tuve la dicha de iniciar de nuevo mi vida. Podría decir que a partir de ese momento, todo cambió. Inició un nuevo mundo lleno de milagros, con momentos increíbles que no podría dejar de contarte para demostrarte la capacidad que tenemos. Ese día decidieron hablarme de Dios con palabras correctas y sinceras. Lograron tocar mi corazón. No solo tocaron mi puerta una vez, sino que fueron constantes. Todas las semanas aparecían con su familia para traer el mensaje a todos los que vivíamos en ese lugar. Me entusiasmé tanto que decidí ir a su iglesia y escucharlo. Se convirtió en un mentor para mí, ya que podía aprender de él: mensajes de la Biblia, sus relatos, historias y los hechos que acontecían en mi presencia.
Un día, estando sin vehículo debido a una falla del mismo, el predicador, que vivía cerca de mi casa, no tuvo problema en darme un aventón. Ese día me impresionó una acción que realizó mientras me llevaba a casa. Vi cómo detuvo su vehículo en un concesionario de autos, estando cerrado ya que era tarde, alrededor de las 9 de la noche. Aunque estaba oscuro, lo vi mirar dos hermosas camionetas, bastante lujosas para ese momento. Una de un color y la otra de otro. Me di cuenta de que estaba orando. No escuché la oración exactamente, pero entendí que le pedía a Dios ambas camionetas: una para él y otra para su esposa. Sé que levantó sus manos y habló con Dios. Yo vi este acto y, la verdad, me pareció ridículo. Aún no era una persona de fe, y si lo era, no lo parecía. Era de los que creía que si no tenías dinero en el banco o un crédito, era imposible obtener cualquier bien material. Creía que una persona que hacía estas cosas no era más que un materialista que usaba a Dios para su conveniencia. Sin embargo, veía en esta persona sinceridad y una buena acción hacia los demás sin esperar nada a cambio. No podía pensar de él de ese modo. Al ver esto, pensé que estaba algo loco. Me disculpo por mis comentarios, pero me gusta ser sincero. Al subirse al auto, me dijo: "Tienes que aprender a creer en la fe y en todo lo que Dios tiene para ti". Estas palabras no las entendí en ese momento. Me mencionó: "Ese acto que acabas de ver es simple, pero lleno de fe". Lo cual lo hacía poderoso. Ciertamente me estaba dando una lección de vida sobre lo fácil que se pueden obtener las cosas. Pero yo, siendo incrédulo y un contador público graduado, me costaba creer en esto. Mi mundo se movía por lo natural: si no tienes dinero o un crédito, olvídate de la camioneta. Pasaron las semanas y, al escucharlo, me di cuenta de sus acciones, de su fe y de cómo prosperó. Aclaro que su prosperidad no comenzó al convertirse en ministro de una iglesia, porque antes de tenerla, Dios ya lo había bendecido. Él era el mayor aportador de recursos de la iglesia que Dios le entregó. Pero sin desviarme del tema, lo que no van a creer, pero que aconteció, es que en los meses siguientes, este hombre de fe era dueño de una de las camionetas por las que oró esa noche, del mismo color, marca y modelo. Quiero hacer énfasis en un punto: en ese momento, yo vivía en Venezuela y conseguir vehículos no era tarea fácil, ya que solo eran asignados a personas clave debido a la escasez. Los obstáculos para lograr la hazaña eran aún más complicados de lo normal. Yo pensé: "Impresionante". Primero, no contaba con el dinero completo para obtenerla. Segundo, las adversidades y problemas para obtener un vehículo estaban en la mesa. Pero este hombre logró obtener la primera camioneta de las dos por las que oró esa noche. Pensé: "Ok, está bien. Ahora sería sorprendente si obtiene la segunda". Recuerdo que al mes siguiente, su esposa pasó por mi casa emocionada, manejando el segundo vehículo por el que oraron esa noche, del mismo modelo y color para ella.
Pero recuerdo con claridad que ese día no se lo pidió a un agente de ventas, se lo pidió a Dios, y con una fe tan impresionante, estaba hecho. Fue tanto que me comentó que la agencia le recibió sus vehículos ya que eran de la misma marca como forma de pago y le mencionaron que cuando pudiera, pagaría el resto. Para mí fue algo impresionante ya que era el primer acto de fe que yo presenciaba estando en primera fila. Sé que en este momento puedes dudar de esta historia o pensar: "Es simple, vas a un concesionario, pides el auto de un color y te lo entregan". Pero es bueno aclarar que la situación en Venezuela no permitía esa facilidad. Aun teniendo el dinero completo, tenías que anotarte en una lista de espera por un auto, y si te conseguían uno, no tenías derecho a escoger el color. Ese era un lujo que no te podías dar. Lo más complicado era que, sin dinero en la mano, menos te entregaban un vehículo por lo escaso que eran y por la inflación que existía en ese momento.
Pero tranquilo, ese fue solo el principio de los hechos que estaban por acontecer. Dios es testigo de este acto y de lo que estás por leer.
Al ver este caso, decidí hacer lo mismo. Me dije: "Por qué a mí no me acontecería si al final él me enseñó que Dios está para todos y nos ama a todos por igual". Así que me dije: "Jesús Martínez, llegó la hora de tener una buena camioneta". Algo gracioso, pero me lo creí, y eso es lo importante para activar la fe. Ciertamente mi fe no era tan grande como para ir por una camioneta nueva de agencia como la de ellos, pero sí por una buena. Recuerdo que vi a un familiar los días siguientes, una persona de gran virtud y llena de Dios. Fue a mi negocio y me mostró su camioneta nueva, que personalmente me encantó. Me enamoré de esa camioneta y le dije: "Yo quiero una así". Ella solo me sonrió y me dijo: "Por algún motivo, si la quieres, te la vendo". Yo no lo podía creer, era nueva para ella, pero mi reacción y respuesta fueron claras. Le comenté: "Si la quiero", pero en mi realidad era que no tenía los recursos económicos y mi vehículo costaba menos de la mitad del que ella me estaba vendiendo. En mi cuenta bancaria, tristemente, reunía unas pocas monedas tan insignificantes que aun juntándolas, no llegaba ni a la mitad del valor de la camioneta. Pero recuerdo sus palabras: me dijo: "Si la quieres, solo ten fe y pídesela a Dios". En ese momento recordé la historia antes mencionada del predicador, así como las palabras que me dije sobre tener una camioneta, y decidí, por primera vez, activar por completo la fe de manera consciente. Recuerdo hablar con Dios por medio de una oración, algo extraño en ese momento, así lo recuerdo. Pasaron los días y, una noche, compartiendo con amistades, le mencioné a un amigo: "Voy a comprarme la semana que viene una gran camioneta. Cuando la tenga, te aviso para que la veas". No sé por qué mencioné esas palabras en ese momento si aun no contaba con los recursos para comprarla, pero mi fe ya estaba activada. Esas palabras me comprometieron a creer que la tendría. La siguiente semana se activaron todas las fuerzas que tenía a la mano, o mejor dicho, las que Dios activó para mí. Se interesó en mi vehículo el esposo de aquel familiar que me vendía la camioneta, ya que dijo que le gustaba para su hija. Además, tenía una máquina de impresión que llevaba más de un año en venta, pero justo esa semana un gran amigo se interesó por ella y decidió comprarla. Para mejorar las circunstancias, me ofrecieron un préstamo: una persona muy querida, mediante un crédito que le fue otorgado. Pero como si fuera poco, mi hermana me ofreció el resto del dinero. Para mí todo fue muy rápido. En una semana, justo después de comentarle a mi amigo, se dio todo lo necesario para poder obtener ese vehículo. En esa misma semana, todo se dio y recuerdo que me llevaron esa gran camioneta. Al sentir las llaves en mis manos, todo cambió para mí. No por la camioneta que alegró mi corazón, sino por el acto que acababa de presenciar: un verdadero acto de fe que modificó mi manera de pensar. Lo vi como un milagro. Aunque en lo natural se dieron las cosas, la verdad, como se dieron para mí, dejaba de ser algo natural. Por primera vez, experimentaba el milagro de la fe. Sé que para muchos es una historia simple porque hablamos de un vehículo, pero la fe inicia con cualquier tipo de acción, en algo simple o complejo, aunque no nos percatemos de ello. También entiendo que no hay que menospreciar el favor de Dios para poder activar la fe en nosotros. Es por eso que hoy te puedo dar un paseo de relatos e historias ligados a este principio que Dios nos regaló llamado fe.
Aquí inicia otro capítulo ligado a esta camioneta, pero unos años después. Un día normal, me dirigí al negocio con mi esposa. Era una mañana cualquiera, como muchas. Ella solo pasó a dejarme y buscar unos alimentos que me guardó una vecina. Eran momentos complicados en Venezuela y escaseaban los alimentos esenciales de uso cotidiano. Ese día decidimos orar mientras bajaba al trabajo junto a ella. Le pedimos a Dios, como en muchas ocasiones, que se hiciera su voluntad. Lo que aconteció esa mañana fue que, después de dejarme en el negocio y retirar los alimentos, a poca distancia, unas personas armadas decidieron despojarla de la camioneta que Dios decidió entregarme un día. Se dirigieron a ella en unas motos con armas bastante aterradoras para ella. Como es normal, estaba muy nerviosa. Decidió parar el vehículo para bajarse y acceder a sus peticiones, que era el de arrebatarle todas sus pertenencias y, sobre todo, la camioneta que Dios me entregó un día. Fue una mañana bastante agitada, llena de mucho drama. Ella estaba muy triste y nerviosa por lo que le tocó vivir. Para ella fue bastante aterrador.
Después de pasar unas horas y calmada, decidimos ir a denunciar los hechos ocurridos. En ese momento también decidimos hablar con Dios, como ya sabíamos, por medio de una oración y clamar por un retorno de la camioneta. En el momento de la declaración, se encontró con un amigo que trabajaba en el lugar. Era un oficial encargado de casos como estos. Ella le explicó los hechos ocurridos y le solicitó su número de teléfono.
Nos retiramos en ese momento. Mi padre me buscó en el lugar donde nos tomaban la denuncia. Acoto un punto importante: en ese momento era una moda entre los delincuentes robar los vehículos para llamar y después pedir recompensa. Pero era un hecho que yo no estaba dispuesto a asumir. Esa mañana, justo cuando mi padre me llevaba al trabajo después de tomar la declaración, recibí una llamada de un delincuente que me decía que tenía mi camioneta. De forma abusiva inició una conversación, la cual detuve con sus palabras. Recuerdo con claridad decirle que esa no era manera de hablar, que él tenía su destino y yo el mío, que Dios me entregó ese vehículo y solo él podía arrebatármelo. La verdad creo que eso lo dejó mudo, porque quedó en silencio y me dijo que me llamaría después. Recuerdo también decirle a mi padre, que parecía algo angustiado, que no se preocupara, que Dios tenía el control de este asunto. Le dije que tenga fe, que la camioneta va a aparecer. Recuerdo decir de manera graciosa que lo que me preocupa es la comida que estaba en el vehículo, ya que podían arrebatarla.
Llegamos al trabajo horas después de estos hechos, con la fe puesta en que la camioneta aparecería sin ningún inconveniente. Ese día recibí varias llamadas de los delincuentes para pedir la recompensa. En cada llamada, bajaban la tarifa. Mi respuesta siempre fue la misma. Decidí no pagar por algo que solo Dios podía arrebatarme. Después aumentó el drama, ya que sabían dónde trabajaba y se dirigían al lugar para negociar conmigo por medio de un tercero. Aclaro: los delincuentes nunca entraron al negocio. Fue un tercero conocido que usaron como intermediario. Yo nunca accedí a su propuesta. Recuerdo estar sentado con calma y serenidad en un momento, trabajando y cantando canciones que hablan bien de Dios. Y justo en ese momento, mi esposa recibió una llamada de su amigo. Todo esto ocurrió el mismo día, en horas de la tarde recibí esa buena llamada, donde le mencionaba que nuestra camioneta estaba a salvo en un estacionamiento de un centro comercial. Me dirigí con ella hasta el lugar, emocionado, pero al mismo tiempo le mencioné que no tenía copia de la llave del vehículo, preocupado de cómo la movería. Para sorpresa de muchos, se encontraba en perfecto estado, con la puerta sin seguro, con la llave pegada a la suichera de encendido, y lo que más me asombró es que estaba un dinero que mi esposa dejó junto con la comida que me entregaron ese mismo día antes de los hechos mencionados. Fue para mí algo sorprendente porque tener fe no quiere decir que vas a encontrar todo como lo dejaste o por lo menos eso yo creía. La verdad, para mí, fue otra muestra del gran poder de Dios por medio de la fe. Fui testigo nuevamente, en persona, de que nada era más poderoso que el creer.
Mi intención es demostrarte a través de hechos que la fe no es solo una teoría, sino que es una parte integral de nuestras vidas. Genera momentos que pueden parecer mágicos, pero en realidad, son manifestaciones de una ley divina otorgada por Dios para todos por igual. Te invito a seguir explorando este tema para que puedas comprender mejor este principio que también forma parte de tu vida.
Aquí te muestro otro capítulo de mi vida que podría ponerle un título, "La Fe Mueve Montañas". La biblia habla de estas cosas de manera natural en personas que tenían conexión con Dios, pero para uno son milagros que solo se ven en la biblia. Mi historia inicia un día normal como cualquier otro. Vi cómo el fuego consumía varias montañas por la zona donde vivía. Para mí, era normal que cada cierto tiempo se quemaran las montañas o parte de ellas. Era un fenómeno que ocurría cada año en sequía. Pero ese año era diferente. Las llamas consumían más de lo normal, no paraban y, como todos los años, las autoridades solo dejaban que se consumieran todas las montañas en fuego, sin hacer prácticamente nada.
Una noche que venía de visitar a mis padres, vi el fuego arder de manera tan intensa que consumiría más de lo habitual. Recuerdo que ese día me sentía lleno de Dios, sentía que abarcaba cada espacio de mi ser, y decidí aplicar la Fe. Recuerdo con claridad hablarle a Dios. Levanté mis manos a la montaña y mencioné estas palabras: "Mañana, antes de que ponga mi vista nuevamente en la montaña, no veré fuego alguno consumir ni esta ni ninguna montaña que esté a mi vista, porque Dios me dio la autoridad de que así sea". La verdad es que fue un acto de mucha Fe. Puedo decir que, desde niño, siempre vi consumirse las montañas por el fuego en un periodo de sequía. Pero ese día fue diferente para mí, ya que decidí actuar con un acto que muchos creen que es de loco o está hecho para líderes de iglesia. Ese día activaba lo que se me había enseñado.
Recuerdo dormir tranquilo y con la certeza de que el fuego no estaría al despertar o al ver de nuevo en la mañana. Algo en mi interior sabía que así sería. Recuerdo esa mañana, algo perfecta para mí. Nunca olvidaré ese sonido mientras estaba acostado, escuchaba helicópteros por la zona, pero sin ánimos de levantarme a ver. Escuchaba un sonido constante. Sabía que ese sonido tenía que ver con el incendio en la montaña, pero nunca me imaginé la efectividad de esa gente, ya que siempre vi cómo el estado era negligente para estas acciones. En ocasiones anteriores, no vi que lograran detener estos incendios de manera efectiva. Pero al levantarme, recuerdo ir con calma sin afán a ver las montañas, con una creencia firme sobre mi petición. No solo la que se encontraba detrás de esta vivienda, sino todas las que estaban a la vista. Por primera vez, aplicaba un acto de Fe en mi vida tan grande como el de ver varias montañas juntas extinguir su fuego. El resultado de esta gran experiencia fue que, al verlas, estaban todas completamente apagadas. Solo se veía el humo y los resultados que dejaron las llamas en estas hermosas montañas.
Recuerdo disfrutar ese momento. Era para mí una gran victoria. Este acto de Fe no solo se activó para ese día. Lo mejor que aconteció es que, mientras viví en esa zona, no vi más consumirse esa montaña. Sí vi otros incendios sobre algunas montañas, pero justo esta, fue la última vez que mis ojos vieron quemarse. Para mí, fue un gran acto de Fe. Muchos dirán: "Bueno, fue casualidad" o "Es normal que esto pase", pero para mí fue una gran hazaña. Fue poner a prueba ese principio que Dios nos regaló llamado Fe. Si tú deseas, puedes llamarlo casualidad, pero eso no va a cambiar los hechos, los cuales hoy motivan a que lo pongas en práctica en tu vida.
Estos escritos son para regalarte la oportunidad de entender que Dios tiene preparadas grandes cosas para ti. Este tema suele estar hecho para el crédulo, ya que no todos son capaces de entender este tipo de circunstancias ni creer en este tipo de acontecimientos.
Otra historia ligada a la anterior fue años después. Me había mudado a otro estado, no muy lejos, a una hora de donde vivía antes. Ya había pasado varios años de los hechos mencionados. La verdad no recuerdo con exactitud, solo sé que estaba en la autopista, me dirigía a la casa de una amiga de mi esposa y vi cómo las montañas eran consumidas por el fuego. En ese momento, recordé la historia antes mencionada y se la conté a mi esposa.
Ese día decidí con ella aplicar el mismo acto de Fe para con aquellas montañas. Para mí esto fue completamente diferente, porque para empezar no era solo yo orándole a Dios. Era un acto en conjunto con mi esposa, y la biblia dice que cuando dos o más se ponen de acuerdo, Dios está en medio escuchando sus oraciones. Fue un acto tan fuerte que aún con el sol y sin nubes alrededor, inició como un rocío de agua. Era una lluvia algo extraña, tan impresionante que aún recuerdo que cuando llegamos a la casa de la amiga de mi esposa, aún me seguía esta extraña lluvia. Pude sentir el rocío del agua en mis brazos. Fue un acto impresionante para mí. Me llenó tanto que me cuesta olvidar esos momentos de grandes milagros. Ya se pueden imaginar las montañas a retornar a mi hogar, pude ver el poder de la Fe nuevamente en mi vida, a tal magnitud que esta vez el fuego fue consumido por la naturaleza y no por el hombre. Entendí que Dios actúa como sea, pero cumple con sus principios de Fe siempre que uno crea en estas acciones.
Este libro ha sido escrito porque comprendo que la mayoría de las personas alberga dudas acerca de la Fe. Muchos la ven como un acto de casualidad o simplemente como suerte. Sin embargo, a lo largo de los años, he aprendido que la mayoría de nuestras acciones y logros dependen en gran medida de la Fe. He leído numerosos libros y he visto innumerables vídeos de personas que han logrado mejorar su calidad de vida. Casi siempre mencionan la importancia de la Fe como un principio clave en sus resultados. Aunque en ocasiones evitan utilizar la palabra "Fe", sus creencias y convicciones están arraigadas en este mismo concepto. Por ejemplo, a menudo expresan que creían firmemente que un determinado negocio o acción los llevaría al éxito, incluso cuando no tenían garantías de ello. Esta es la esencia de la Fe: la certeza de creer en algo, incluso cuando los resultados no son evidentes a simple vista.
Mi intención con este libro no es convertirlo en un acto religioso, sino más bien en un acto espiritual. Lo veo como una fórmula para abordar los desafíos que enfrentamos a diario. La Fe es, en esencia, un paradigma que puede conducir a resultados positivos cuando se aplica de manera adecuada. Sin embargo, también creo que puede generar resultados catastróficos si se aplica de manera irresponsable o en torno a creencias perjudiciales.
Te invito a que sigas explorando este tema a través de otras historias y experiencias que te ayudarán a comprender mejor el mensaje que quiero transmitir con este libro.
Continuando con otras historias, recuerdo que aconteció antes que estas últimas, pero que no podría dejar pasar, ya que para mí era más que un acto de Fe, era un mensaje claro de que Dios está tanto en lo pequeño como en lo grande. Así que esta historia lleva por Título "Dios está en lo grande y en lo más pequeño".
Recuerdo escuchar esta predica un domingo. Me gustó y tenía que compartirla el día martes, como ya era para mí de costumbre. Después de escucharla, Dios tenía que mostrarme su mensaje. Recuerdo ese martes dirigirme a casa con algo de afán, ya que salía tarde del trabajo y en ese momento tenía este compromiso.
Al conducir el vehículo sonaba algo extraño, un sonido de algo suelto en la rueda. No sabía con exactitud qué era, pero decidí continuar. Recuerdo que era de noche y estaba algo oscuro. Me encontraba por una avenida bastante larga, de dos canales, con una caminería hermosa a un lado y del otro podías observar casas, terrenos y diferentes comercios. El sonido se agudizaba cada vez más. En un momento fue más fuerte y sonó como si algo se le hubiera desprendido al vehículo. Mi afán por llegar era tal que decidí no prestar atención y continué a mi destino.
Llegué a casa y decidí ir en otro vehículo junto con otra persona que siempre me acompañaba a llevar el mensaje de Dios. Le comenté lo del vehículo y fuimos a hablar sobre cómo Dios está en lo pequeño y en lo más grande. Para mí, en ese momento, todo era teoría, ya que aún no experimentaba esas acciones. Algunas de las historias anteriores que mencioné aún no habían pasado en mi vida. Continuando, recuerdo que en la noche, al llegar a casa, escuché antes de dormir en mi interior: "Busca el tornillo". La verdad, no entendía el mensaje; para mí fue algo tonto en lo que no presté atención.
Al siguiente día, al despertar temprano, sentí en mi interior exactamente lo mismo: "Busca el tornillo". Pero me preguntaba: ¿A qué tornillo se refiere este mensaje? No entendía en ese momento. Al subir al vehículo y prenderlo, sentí con más fuerza esto en mi interior, lo que me asustó pero también me disgustó, porque no entendía el mensaje. Al mover el auto, empezó a sonar igual que el día anterior, ese sonido de algo suelto en la rueda, que sabía que era del lado del piloto, parecía provenir del freno. Aun así, decidí poner en marcha el vehículo hacia mi trabajo sin darle tanta importancia, ya que el vehículo andaba y frenaba, pensando en llevarlo al mecánico en el transcurso del día.
En ese momento, la voz en mi interior se incrementó, atormentándome, y decidí tomar una acción. Recuerdo decir: "Dios, si quieres que busque un tornillo, lo buscaré", ya que imaginaba que tenía que ver con el sonido del vehículo. Lo dije en voz alta. "Lo buscaré", pero la avenida era tan larga que me parecía una locura. Además, el pavimento estaba mojado y recuerdo que corría agua por un extremo. Pensé: "Ok, se le salió un tornillo al auto y por eso es que suena", como cualquier persona podría pensar. Definitivamente, cuando el mensaje viene de Dios, nadie ni nada lo puede callar. Decidí dar la vuelta e iniciar mi búsqueda de un tornillo por esa avenida amplia y larga, sin esperanzas de encontrar nada, pero para así evitarme una posible decepción a futuro. Seguí la vía, imagínate, dos canales tan largos como de aproximadamente unas 30 cuadras o más, con un pavimento mojado y agua corriendo en su extremo, algo realmente imposible de ver en lo natural. Al continuar, vi algo que parecía un tornillo. Con emoción orillé mi vehículo y lo detuve. Me bajé del mismo y al llegar al lugar donde supuestamente estaba el tornillo, vi que era solo una rama pequeña de un árbol que se había caído por la lluvia. Recuerdo enojarme y decir literalmente: "Dios, si tú me trajiste hasta este lugar y has hecho que me pare en este punto, por favor muéstrame ese tornillo del que me hablas". En ese momento, como sorpresa para mí y para el que lee esta historia de mi vida, ahí estaba, entre el agua que rodaba a un lado de la acera, del mismo color del asfalto, imposible de ver de manera natural, justo en el lugar donde había hablado. Podía ver el famoso tornillo, tan famoso que hoy forma parte de esta historia. Recuerdo agarrarlo y darle gracias a Dios por la enseñanza que en ese momento sentía. Justo en ese momento entendí el mensaje que había recibido el domingo y que el día anterior había hablado, que Dios estaba en lo grande y en lo pequeño, porque hoy me pregunto: ¿hay algo más insignificante que un tornillo?
En ese momento me monté en mi vehículo y continué el camino muy emocionado. Recuerdo llegar al trabajo y orar, como ya era de costumbre, y contar lo vivido a mis compañeros. También les comenté que iría directamente al taller para que revisaran el vehículo, ya que estaba muy seguro de que era la pieza faltante del vehículo. Ya nada me hacía dudar. En ese momento, pasó a ser un acto de Fe por la certeza que tenía. Les dije a mis compañeros del trabajo que esa era la falla del vehículo, que le faltaba solo el tornillo. Recuerdo mi emoción por lo que estaba viviendo, ya que para mí era un milagro de Dios dándome un mensaje de Fe y esperanza en algo tan pequeño como un tornillo.
Al dirigirme, recuerdo entrar al taller de frenos y, sin decir mucho, solo mencioné el ruido del vehículo y de dónde sentí que provenía. En ese momento, el mecánico decidió sacar la rueda y verificar los frenos. Se percató de que le faltaba un tornillo. Te podrás imaginar mi cara de alegría y emoción al decir: "¡Sí, aquí lo tengo!", sin contarle nada de toda la travesía que viví. Gracias a este tornillo, en ese momento él lo tomó y sin mucho esfuerzo simplemente lo colocó y apretó de manera adecuada, colocó el caucho y me dijo: "Listo, eso era todo". Recuerdo preguntarle cuánto le debía por su trabajo y me respondió que nada, que era solo un tornillo. Para mí es gracioso, pero era otro milagro. En Venezuela hay una costumbre que siempre te dicen: "Deja para el refresco", eso quiere decir dejar algo de dinero en efectivo que alcance por lo menos para el desayuno. Ni eso me pidió el mecánico. Pero yo decidí, en agradecimiento a Dios, dejarle para el desayuno. Para mí, en lo personal, fue uno de mis mejores días, ya que en ese momento me di cuenta de lo mucho que Dios nos ama y que siempre va a estar para nosotros, en lo pequeño y en lo grande.
Recuerdo un pasaje bíblico que dice Jesucristo: "Si tuvierais fe como un grano de mostaza, diréis a este monte: 'Pásate de aquí allá', y se pasará; y nada os será imposible..." Es claro cómo nos enseña esta ley, que no es más que un principio de Dios para activar en nosotros grandes cosas. La vida no es tan compleja como creemos, solo que a veces vivimos engañados, con la mentira, y no nos permite ver más allá de lo que podemos y tenemos a nuestro alcance. Jesucristo aclara: "Nada os será imposible", lo que elimina cualquier barrera que se oponga a esta ley. Lo que deja al descubierto es que lo único que se puede oponer es la falta de creencia, sobre cualquier tema. "Te animo a seguir explorando este tema para descubrir un camino más enriquecedor. Continúa con la lectura y podrás seguir aprendiendo y creciendo a través de ella."
Capitulo II
Muchos enseñan que ser rico es malo, pero yo entendí que malo es no entender a Dios. Si él creó todo a nuestro alcance, analiza por qué sería malo entregártelo. Cuando dice que él es dueño de todas las cosas y todo te lo quiere dar, en lo personal pienso que no hay nada mejor que recibir de él. Todas sus promesas están al alcance de todos, solo debes activar el principio de la Fe. Es un regalo que Dios nos tiene preparado y que está hecho para todos por igual. Hoy te puedo decir que he visto personas sanarse de enfermedades incurables y que solo este principio lo activa. Dios es tan soberano en sus decretos que, sin importar qué, no lo anula. Tú puedes creer en una piedra o en una figura hecha por el hombre y poner tanta fe en que esa piedra te va a sanar. ¿Qué pasa? El milagro ocurre y eres sanado, ya que la fe es un principio y ordenanza de Dios como regalo para la humanidad, la cual se ven muchas historias y relatos en la biblia que te hacen pensar en la cantidad de años que tiene activado para nosotros.
La ciencia confirma esta ley por medio de estudios a nivel de salud con el efecto placebo, que es cuando una persona experimenta mejoría al recibir un tratamiento sin sustancia activa, solo porque cree que está recibiendo ayuda real. La mente juega un papel importante en la percepción de mejoría, mostrando el poder de la creencia y las expectativas positivas en la salud, demostrando la capacidad que tenemos para lograr cualquier tipo de acción.
El apoyarse en la Fe es como el tomarse una pastilla milagrosa. Puede hacer cosas impresionantes que son difíciles de explicar por los médicos y la ciencia, pero que forman parte de nosotros en todo momento.
A veces decimos o pensamos, ¿cómo esa persona que no cree en Dios puede obtener sus bendiciones? Y es que se activa un acto de Fe, ya que es una promesa que nos fue otorgada sin importar qué persona actúa sobre ella. Es un regalo de Dios para todos por igual, no tiene ningún tipo de calificativos antes de ser otorgada, no distingue entre buenos o malos, solo está hecho para el que cree. Por ejemplo, vemos músicos sin talento que llegan al éxito. Estas personas creían que lo podían lograr y activaron su fe. Ellos no vieron si cantaban bien o no, no se fijaron en sus letras; simplemente creían que podían y tendrían grandes recursos económicos. Pero su Fe fue tan grande que se convirtió en su realidad. Vi una entrevista a un artista famoso que no cumple con ninguno de los requisitos para llegar a tal fama, pero él decía en una entrevista que él sabía que si se compraba un vehículo costoso, eso lo llevaría a la fama. La verdad no entendí su argumento, ¿por qué si era cantante que tendría que ver el vehículo? Sin embargo, era donde él colocaba su fe. Mencionó que vendió todo por ese auto y justo ese auto lo llevó a la fama por unos videos que realizó dentro de este vehículo. Eso era lo que él decía, pero al escucharlo entendí que él activó su Fe, colocándola en un auto. Y la verdad, hoy es muy famoso, pero a mi parecer tiene muy poco talento para tal fama. Este tema no se trata de una religión o una exclusividad para alguien, se trata de convicción, ya que no se rige sobre exclusividades.
Me encantaría acotar que también existe una ley o un principio que nos regalaron, que al igual que la Fe puede ser un arma de doble filo, Dios concedió el libre albedrío a la humanidad como un don fundamental que permite a cada individuo tener la capacidad de tomar decisiones autónomas y ejercer su voluntad de forma independiente. Esta libertad otorgada por Dios implica la capacidad de elegir entre diferentes opciones, actuar de acuerdo con la propia voluntad y responsabilizarse por las consecuencias de esas decisiones. El libre albedrío refleja la confianza de Dios en la humanidad para tomar elecciones morales, espirituales y éticas, brindando así la oportunidad de crecer, aprender y buscar la conexión con lo divino a través de decisiones conscientes.
Por tal motivo, la Fe es un principio que debe ser tomado con mucha precaución para evitar arrepentimientos y consecuencias a corto o largo plazo. Conozco una historia de Fe que no es tan positiva, pero que es necesaria para que tengan cuidado en lo que estás creyendo o hablando, ya que puede ser una bendición o maldición para algunos. La Fe es creer ciertamente en un hecho que podría ser bueno o malo, dependiendo de dónde fijes tus pensamientos. Me cuenta mi esposa que su abuela fijó su creencia en que debía guardar sus recursos económicos porque ella creía que los necesitaría para cuando se enfermara y así tener para pagar las cuentas. Pero ellos se preguntaban: ¿De qué enfermedad está hablando? Si ella era una mujer sana. En lo natural, muchas personas piensan igual y, por tal motivo, atraen todas estas enfermedades. Ella, lamentablemente, la atrajo, pero inconscientemente guardó su dinero para esta ocasión, activando un acto de Fe.
Lo que yo a veces no entiendo es por qué sus pensamientos se dirigían a ese punto cuando no estaba enferma y su padre aún estaba vivo siendo un hombre de edad avanzada sin ningún tipo de enfermedades. Para resumir la historia, siendo una mujer joven, aproximadamente unos 55 años, lamentablemente contrajo un cáncer, como muchas personas hoy en día sufren. Lo bueno es que ese cáncer fue sacado por medio de la medicina y también gracias a su Fe. Pero como lo predijo años anteriores, todo el dinero ahorrado lo gastó en esta enfermedad. La realidad es que su dinero fue entregado a clínicas y medicamentos para sanarse y después de gastarse todos sus ahorros, ella fue sanada. Puedo hoy dar gracias a Dios por este milagro de Fe, porque hoy puedo contar que está viva y sana, tan sana que la vi bailando hace poco como si nunca se hubiera enfermado. A mí, en lo personal, me alegra que su Fe fuera esa y no la de partir antes de tiempo, como suelo escuchar a muchas personas, ya que generaría un vacío en personas que aún la queremos en este mundo. Eso muestra que un acto de Fe puede dar una dirección inesperada, si nuestros pensamientos y actos no dirigen a acciones negativas, ya que atraen todo lo que no está bien para nuestras vidas.
Estoy muy seguro de que si su acto de Fe en ese momento no se dirigiera a una enfermedad sino a un acto de mantener sano su cuerpo, hoy la historia contada no sería la que estamos contando, ya que todo va a depender de nuestras creencias. Yo, en lo personal, prefiero activar la Fe siempre bajo la voluntad de Dios, pero nuestros pensamientos a veces pueden controlarnos y debemos evitar los temores que se han sembrado.
Hoy puedo entender que un acto de Fe viene junto con el poder de la palabra. Cuando nosotros hablamos con creencia a lo que estamos declarando, esa palabra se va a cumplir. En ese momento es activado, tanto para el bien como para el mal. Es necesario cuidar lo que hablamos y sobre todo lo que creemos. En lo personal, he vivido muchas aventuras desde mi niñez y hoy puedo dar cuenta de las cosas que me afectaron o no en el transcurso del tiempo debido a la trayectoria de aprendizaje que Dios me ha regalado. Hoy puedo dar testimonio de que nuestra Fe dirige nuestras vidas, ya que hace que las cosas sucedan como las estamos creyendo, y el tiempo dependerá de tu creencia. Pero sin duda alguna, lo podrás ver, como en todas las historias antes mencionadas. Pregúntate: ¿Crees que fue casualidad todos los hechos? ¿O crees que de algún modo todo fue atraído por tus creencias? Yo solo puedo ver cómo personas como la abuela de mi esposa se enfermaron, como ella lo creía. Hay personas que creen que será en su juventud o vejez y así acontece.
Te voy a contar otra historia que me ataba desde mi niñez hasta ser un adulto, la cual rompí aproximadamente a los 38 años de edad. En mi hogar me inculcaron hermosos valores, pero al igual me enseñaron que los sacrificios eran buenos. Antes creía esto, hoy solo creo que el sacrificio de Jesucristo es bueno; los demás no me interesan vivirlos. Recuerdo que en mi casa nunca faltó el plato en la mesa, ni los alimentos. Pero, por alguna extraña razón, al abrir la nevera siempre había pocos alimentos. Lo que más se veía eran algunas pocas ollas con comida. Pero repito: en mi hogar nunca faltaron alimentos. Sin embargo, cuando comíamos un plato típico venezolano llamado arepa, tocaba colocarle media laja de queso y, si tenías suerte, media de jamón, ya que mi padre decía que era bueno el sacrificio y que eso ayudaría a terminar nuestra casa, que, sin duda, puedo decir que quedó hermosa.
Al igual, yo le tenía sobrenombres a la comida como 'arroz busca el pollo', ya que cuando mi madre me decía que preparó un arroz con pollo, se tenía que buscar con cuidado el pollo y, si tenías suerte, te tocaba. Para mí, eso no era un problema, ya que no me quitaba mi felicidad al lado de mi familia. Entendía el mensaje de mis padres porque ellos así aprendieron, buscando hacer lo mejor que sabían por nosotros. Hoy puedo decir que tuve suerte porque me tocaron padres maravillosos que solo querían lo mejor para mí, pero sé que Dios enseña cosas grandiosas y decidí aprender de él.
Es increíble cómo pasaron los años y el sistema de alimentación se mantenía igual en mi hogar desde niño hasta ser adulto, y como perdura hasta la fecha, aun cuando la casa ya está terminada. Con la diferencia que ahora se come muy sano, pero sin importar los años sigue siendo igual. Un día me di cuenta de que con mi esposa vivía exactamente la misma experiencia, que, a pesar de todo mi esfuerzo y el de ella, la nevera sufría exactamente lo mismo que viví en mi juventud, que nada cambiaba. Le decía a mi hijo que no tenía que comerse las cosas con la velocidad que veía, en su mayoría le negaba ciertos alimentos si ese día no correspondía comerlo. Recuerdo servir las arepas igual que como me enseñaron, para rendir los alimentos.
Cierta vez, enfrentando múltiples desafíos en mi querido país, Venezuela, tomé la decisión de trasladarme a Chile. Mientras vivía allí, surgió la oportunidad de viajar a Estados Unidos para visitar a mi suegra y cuñada. Quedé impresionado por la inmensa abundancia de alimentos que presencié. Este hecho me impactó profundamente, tanto que, de inmediato, llamé a mi esposa para expresarle mis disculpas y reconocer que la escasez de alimentos en nuestro hogar se debía a mí. Comprendí que mis creencias y mi Fe estaban influyendo en esta situación, lo cual me llevó a reflexionar sobre mi propio papel en ello.
Recordé a mi hermana que decía que ella se negaba a vivir así, que estaba cansada del sacrificio, y la verdad, ella es una mujer muy próspera. Nunca le ha faltado nada y mucho menos alimentos. Recuerdo que al visitarla siempre había mucho que comer, y a ella no le molestaba la cantidad que uno comía, creo que le molestaba más si no comías o dejabas el desorden después de comer. Retomando el tema, le dije a mi esposa que yo tenía que cambiar para que esto cambiara en mi hogar. No fue tarea fácil, pero tampoco tan complicada. Al darme cuenta de mi error, solo decidí cambiar y no llevarme por las emociones de escasez. Iniciamos una creencia sobre la abundancia en los alimentos.
Quiero acotar que mis pensamientos a veces son negativos sobre el tema, pero cuando llegan, decido no prestar atención y así lograr mantener mis pensamientos positivos. La respuesta fue tan inmediata que esa misma semana el Gobierno le regaló una caja con alimentos que ni siquiera me tocó pagar, porque en ese momento mi situación no era la mejor hablando a nivel económico y otros aspectos. Fue para mí algo impresionante ver cómo tan rápido se activa la Fe, como podía estar un día escaso y los siguientes con muchos alimentos y no por lo natural, que es ir a comprar, sino por algo que no costó sino un acto de Fe.
En la actualidad, mi hogar rebosa de alimentos, y por ello doy gracias a Dios y a mi Fe por guiarme en este proceso. He presenciado cómo esta creencia ha transformado mi vida de manera asombrosa. Comprendí que lo más crucial para corregir los errores radica en reconocer el problema, porque solo al identificarlo podemos combatirlo. Una vez que lo comprendes, activar la solución con un acto de Fe se vuelve la clave para superarlo.
Otra historia fundamental en mi vida, que marcó el inicio de todo este cambio, sucedió mucho antes de las narraciones previas. Fue el punto de partida de una transformación significativa en mí. Recuerdo un día en compañía de mi antigua pareja, atravesando momentos duros y fríos. Sentía estancamiento, percibía que nada avanzaba y las quejas se multiplicaban. Era un periodo en el que percibía que mi relación no iba por el rumbo correcto y que mi vida se adentraba en una oscuridad creciente.
En ese momento, era alguien que consumía mucho alcohol y fumaba. En medio del dolor y el arrepentimiento, activé mi Fe. Recuerdo arrodillarme en la ducha, sintiendo el agua caer sobre mí, lleno de una tristeza abrumadora en el corazón. Le pedí a Dios que cambiara mi vida, me sentía ahogado en un mar de lágrimas interminables. Me encontraba sin ánimo y sin fuerzas para levantarme. En aquel entonces, no tenía un conocimiento profundo de Dios como lo tengo hoy en día, pero aun así, le rogué que quitara de mi vida todo tipo de vicios y el dolor que cargaba por dentro. Buscaba darle a mi vida un rumbo completamente diferente; estaba cansado de ese estilo de vida.
Este episodio marcó el inicio de una transformación profunda, una experiencia que, en la actualidad, identifico y explico como un genuino acto de Fe. Reconocí mis errores y el peso de la vida que llevaba, sumergiéndome en un profundo arrepentimiento. A partir de ese día, desapareció por completo mi deseo de fumar y beber alcohol. Recuerdo que fue un domingo; aunque no era asiduo a la iglesia y desconocía el mensaje de Dios, apenas estaba dando mis primeros pasos en ese camino, con un escepticismo aún presente.
La semana siguiente, teníamos planeado un viaje a otro estado para reunirnos con amigos. Durante el trayecto, muchos de ellos fumaban, pero el olor a cigarrillo me resultaba molesto, tanto que opté por alejarme. Además, el sabor del alcohol ya no me complacía. Para mí, todo aquello era extraño, dado que antes solía compartir esas bebidas y cigarrillos con ellos. Sin embargo, en ese día, algo había cambiado radicalmente. No deseaba participar en esos vicios; aunque quería estar con ellos, prefería no involucrarme en esas prácticas. A pesar de sus insistencias, manifestadas debido a que me conocían bien, opté por una bebida cola y simulé tener alcohol, aunque dudo que alguien me creyera. Tal vez solo yo mismo lo creí. Lo más sorprendente fue observar cómo cada uno de ellos se veía afectado por el alcohol. Uno a uno, parecían tambalearse, pero yo permanecí bastante estable, lo suficiente como para ofrecerme a llevarlos a casa sin inconvenientes. Fue una revelación ver cómo Dios había eliminado mi ansiedad por esos vicios. Puedo afirmar con seguridad que aquel acto de Fe se cumplió en mi vida y que, sinceramente, no albergo la más mínima intención de volver a transitar ese camino.
Sin embargo, la historia no concluye ahí. Después de aquellos días, noté que mi antigua pareja me miraba de manera distinta, como si algo no le agradara. La verdad es que ya compartíamos muy poco; nuestros intereses y costumbres habían tomado caminos divergentes. Pero en medio de ese cambio, Dios no me abandonó. El impacto de mi acto de Fe se extendió incluso a esa relación.
Recuerdo un momento estando solo, activé otro acto de Fe que ya estaba arraigado en mi corazón mucho antes de manifestarse. Fue algo que Dios me reveló en un sueño, incluso cuando aún estaba con esa pareja. En esa visión, veía a una esposa que me amaba profundamente, disfrutando de un parque con un columpio junto a una niña encantadora. En el sueño, un autobús pasaba mientras ambos reíamos, completamente felices por estar juntos. Al despertar, me di cuenta de que la persona que vi era muy diferente a mi pareja en ese entonces: mi anterior compañera era alta, rubia y de piel clara, mientras que en el sueño, la mujer era de estatura baja, cabello oscuro, pero igualmente hermosa por dentro y por fuera. Dios me la mostró, revelando su presencia en mi vida incluso antes de conocerla.
Un viernes por la noche, decidí dar un giro radical. Aunque aún no había superado por completo la pérdida de mi anterior pareja, con un acto de Fe esa noche, le pedí a Dios que tomara las riendas de mi vida y me guiara hacia la persona adecuada. Todo esto lo hice sin recordar aquel sueño tan revelador. Reconocí mi vulnerabilidad al estar solo y anhelaba retomar mi vida esa noche. Con una Fe inquebrantable, decidí salir, pero sentía que debía cerrar o abrir un nuevo capítulo en mi vida.
Por ello, opté por llamar e invitar a cenar a mi antigua pareja, sintiendo que ese ciclo aún no se había cerrado. Buscaba descubrir si esa persona era o no la adecuada para mí. Confíe en que Dios me ofrecería una respuesta, por lo que enfrenté la situación sin temor. Recuerdo que llegamos a un restaurante nuevo en la zona. Era un lugar encantador, pero su reacción dejó claro que no era el sitio al que quería ir...
Esa noche fue inolvidable para mí por lo impactante que resultó. Recuerdo a mi antigua pareja sentada frente a mí, y de repente, vi una película frente a mis ojos, no tengo una manera de explicar lo vivido. Literalmente, era una película de mi vida a su lado. Era una vida oscura, vacía y fría. Aunque mostraba un hijo varón, me veía triste y apagado en esa película proyectada frente a mí. La verdad es que Dios me sorprendió una vez más al mostrarme mi vida antes de vivirla con esa persona. Fue tan impactante que escuché en mi interior, al igual que aquel día con el tornillo, que esa no era la vida que quería para mí. Recuerdo haberlo dicho en voz alta frente a ella: 'No, señor, no es lo que quiero'. En ese momento, sentí como si un interruptor hubiera sido bajado para apagar un artefacto eléctrico. Sentí en mi interior cómo se ponía en 'apagado' para eliminar todo sentimiento y atracción que tenía por esa persona. Aunque era una mujer hermosa y de buen corazón, su compañía no encajaba con lo que yo buscaba para mi vida. Ese día, me sentí diferente; ya sabía que ella no era la mujer para mí. Estaba tan claro como el agua en un vaso. Decidí pagar la cuenta del establecimiento y llevarla a su casa. Esa noche, le pedí perdón porque sentía que mi inmadurez me había llevado a estar con ella. Por eso, no la culpo hoy en día; fui yo quien tomó la decisión de compartir con ella y luego dejarla. Pero mi Fe estaba activa y no podía hacer nada al respecto, tampoco quería hacerlo.
Tras dejarla, proseguí mi camino hacia un lugar donde relajarme, una necesidad que sentía muy fuerte. Llegué a un local con música en vivo, y aunque estaba solo, me sentí en paz. Era como si Dios hubiera aligerado una gran carga, alejándome de una vida que no encajaba con el rumbo que Él tenía planeado para mí. Ese día, tomé un poco de alcohol nuevamente, pero esta vez sin sentir culpa alguna. No era como antes, ya no lo hacía por necesidad, sino por elección. Me sumergí en la música relajante, disfrutando de aquel momento en soledad. Luego, sentí el impulso de dirigirme a otro lugar que solía ofrecer música en vivo los fines de semana. En mi interior, estaba celebrando algo diferente, no la libertad de estar soltero, sino el regalo de una nueva vida que Dios me estaba brindando, algo que antes desconocía por completo.
Estando en ese lugar, me di cuenta de que nadie tocaría música en vivo esa noche, así que decidí ir al local que estaba justo enfrente y me dejé llevar por mis pensamientos.
Esa noche fue extraordinaria para mí, incluso puedo afirmar que fue una de las mejores después de haber conocido a Dios. Me encontraba sentado en la barra cuando una mujer entró por la puerta, transformando por completo mi vida, como si fuera el plan de Dios para mí. Mi fe estaba activa, y como mencioné antes, hay una ley que siempre se cumple. Varias mujeres entraron al local, pero solo una no dejó de mirarme en ningún momento. Esto me resultó extraño ya que hacía mucho tiempo que no frecuentaba esos lugares, mucho menos para buscar pareja. Podría decirse que estaba fuera de práctica en ese sentido. Aquella mujer nunca apartó su mirada de mí.
Además, algo inusual sucedió cuando se sentó junto a mí una pareja que parecía muy enamorada, buscando entablar conversación, algo que no recuerdo con claridad en estos días. Lo que sí recuerdo es haberles dicho en un momento que ya estaba acompañado, a pesar de estar solo en ese instante. Supongo que el alcohol me afectaba o tal vez mi acto de fe me impulsaba a hablar de lo que estaba por ocurrir. Posteriormente, solicité al mesonero un servicio para esa mesa donde se encontraba la mujer que no dejaba de mirarme. Me dirigí a la pareja y les dije: 'Te la presentaré'. Siento que fue Dios quien me impulsó a hacerlo, porque aún hoy no entiendo cómo llegué a esa mesa tan fácilmente y fui recibido sin problemas. No sé si fue por mi apariencia o por el servicio que había solicitado, solo sé que para mí 'estaba bien'.
Comencé a buscar conversación, pero solo una persona hablaba conmigo, y no era ella, sino su amiga. A pesar de ello, sentí que Dios despertaba en mí un interés hacia ella. La observé y noté que le agradaba lo que veía. Era tan hermosa que no podía dejar de admirarla, además, tenía una fragancia encantadora.
Cuando intenté acercarme, alguien la invitó a bailar y ella aceptó. Parecía jugar al difícil, pero sabía que Dios ya había trazado un camino para mí, así que eso no detuvo mi determinación. Invité respetuosamente a su amiga a bailar, intercambiamos parejas mientras danzábamos. Ella apretó mi mano y continuamos bailando juntos toda la noche. Fue una experiencia increíble. Esa noche sentí en mis manos a la mujer que Dios me había entregado como esposa. ¿Cómo se siente eso? Es sencillo: reconoces a esa persona al tocarla. Nuestra conexión fue tan fuerte que presenté a la pareja que había conocido anteriormente, la presenté como mi compañera, algo que ella nunca negó. Hasta el día de hoy, sigue a mi lado.
A pesar de que no todo ha sido un camino de rosas, entendemos que Dios nos unió. Sé que ella es la mujer que Dios me regaló porque, al segundo día después de conocerla, recordé el sueño donde me veía con una mujer muy feliz que coincidía en todas las características con ella. Puedo dar testimonio del poder de la fe: hoy tenemos una hija, tal como vi en aquel sueño. He visto cómo se cumplen todas mis metas. Mi vida ha cambiado desde que comprendí que el poder de la fe es uno de los más grandes del mundo. Observo vídeos sobre el poder de la atracción, que básicamente es el poder de la fe, solo que se usan términos diferentes hoy en día, aunque juegan en el mismo contexto que Dios enseñó a través de la fe.
Hablando sobre la teoría o ciencia de la Fe, encontramos una amplia investigación que se remonta a más de 5000 años, desde que el hombre desarrolló la escritura. Con esto, inició una revolución que transformó al mundo mediante leyes, las cuales proporcionaron orden pero, entre tantas, limitaron su creatividad y frenaron su crecimiento. Un mundo libre es un lugar en constante evolución, ya que la creación ayuda a desarrollar y facilitar soluciones a los problemas. Es un algoritmo; pero al surgir las leyes, también surgen los muros. Dios, en su creación y naturaleza, nos otorgó la libertad, pero este poder está destinado a aquellos que creen en ella. Para comprender mejor toda esta teoría, primero debemos entender la definición de libertad."
En Wikipedia encontramos está definición.
La libertad: El estado de libertad define la situación, circunstancias o condiciones de quien no es esclavo, ni sujeto, ni impuesto al deseo de otros de forma coercitiva. En otras palabras, aquello que permite a alguien decidir si quiere hacer algo o no, lo hace libre, pero también responsable de sus actos en la medida en que comprenda las consecuencias de ellos.
Si leemos en las definiciones anteriores podremos encontrar en primer lugar que es la capacidad humana de actuar por voluntad propia, pero cuando entendemos estos términos, nos damos cuenta de lo esclavo que somos, ya que por lo general la mayoría solo repite las voluntades de las multitudes, haciendo que se rompa está capacidad, por motivos que muchos hoy conocemos, como es la moda, ya que esta se impone, al igual que las culturas siempre conserva los aspecto de la capacidad humana, siembran valores y al mismo tiempo limitaciones, tomemos un ejemplo: si en tu hogar la cultura es el sacrificio de comer menos para ahorrar más, se está generando una ley, la cual va formar parte de tu vida, personalmente en mi hogar esa ley estaba infundada, al crecer con esta ley, en mi nuevo hogar se veía la escasez de alimentos, sin importar cuan duro trabajaba el resultado siempre era el mismo, eso muestra que mi capacidad humana para liberarme de esa ley era teniendo voluntad propia, abandonado las enseñanzas del pasado.
La libertad es el resultado de no ser un esclavo. Pero para comprender esto, primero debemos entender qué implica ser esclavo. Se trata de alguien atrapado, donde la libertad no forma parte de su vida, cumpliendo una condena hasta que su captor decida liberarlo, si llega a ser el caso. A menudo, sin siquiera ser conscientes, nos convertimos en esclavos de hábitos y costumbres impuestos. Un ejemplo cotidiano es la adicción; muchos de nosotros estamos atrapados en ella. Puede comenzar desde los propios alimentos que consumimos; se ha demostrado que el azúcar, presente en la mayoría de ellos, genera una adicción incluso más potente que la cocaína, según diversas investigaciones. Esta realidad nos lleva a gastar gran parte de nuestros ingresos en alimentos que la contienen.
A medida que llegamos a la adultez, nos enfrentamos a numerosos problemas derivados de estas adicciones. Entre las más comunes se encuentran el tabaquismo y el alcoholismo, dos hábitos que provocan una devastación celular, transformando a personas inicialmente saludables en individuos incapaces de mantener la funcionalidad de sus músculos y fuerza motora.
Sin embargo, independientemente de la raza, el color o la cultura, existe un líder real en la esclavitud de un número significativo de personas. Esta opresión no se ejerce con látigos, sino por elección propia.
Otro aspecto que influye en nuestra libertad es la toma de decisiones, un proceso que puede cohesionar la libertad en nuestras vidas. Estas decisiones, basadas en nuestras culturas o hechos personales, pueden tener resultados similares o diferentes, a pesar de estar regidos por la misma ley. Imagina el caso de una persona que se siente feliz al comprar un vehículo. Otra, buscando esa misma felicidad, sigue exactamente los mismos pasos, pero para su sorpresa, el resultado no es el mismo. Esto demuestra que no todo lo que hace otra persona garantiza el mismo resultado para ti. Cada individuo tiene un conjunto de pensamientos y experiencias únicas, lo que significa que no debes tomar las mismas decisiones que tu prójimo. Tu formación y codificación celular son distintas.
Un aspecto crucial de la libertad es la capacidad de decidir por voluntad propia, sin ser restringidos por las bases o leyes impuestas por la sociedad. Las personas pueden actuar según sus propias decisiones sin afectar a otros. Un ejemplo común se ve en la elección de vestimenta: en algunas comunidades, aquellos que se visten de manera distinta son juzgados. Sin embargo, esa persona no está afectando a terceros, solo está ejerciendo su libertad para seguir su voluntad. La incomodidad de terceros frente a estas decisiones se debe a sus propios pensamientos limitantes, que generan una reacción negativa en su subconsciente. Este tema lo abordaremos en otros libros.
La libertad y la Fe están intrínsecamente conectadas. Sin libertad, la Fe se tambalea. He vivido en un país donde la dictadura se esconde tras la apariencia de democracia. En estos lugares, cuestionar un sistema basado únicamente en leyes impuestas a la población es imposible. A pesar de estas circunstancias, las creencias pueden imponerse. Por eso, la Fe es el cimiento de la libertad. Si creemos en algo, incluso si las circunstancias no lo respaldan, nuestra Fe nos permitirá verlo, sin importar las opiniones ajenas.
Este libro se fundamenta en la Fe y busca que el lector crea en algo más allá de lo evidente. La sanación es un ejemplo; muchos pueden no creer en ella, pero no pueden negar su existencia. De la misma manera, algunos dudan de la posibilidad de países libres, aunque no se puede negar que naciones que antes vivieron guerras de esclavitud son ahora referentes en libertad.
La Fe es ilimitada, una ley creada con igual libertad para todos. Sin más, permítete creer en algo positivo, no solo para ti, sino también para los demás.
Capitulo III
1. La historia de superación personal: Conocí a alguien que enfrentó una adversidad inmensa: un accidente automovilístico que lo dejó en coma por meses. Los médicos eran pesimistas respecto a su recuperación. Su familia, sin embargo, mantuvo una Fe inquebrantable, orando y creyendo en su recuperación. Inexplicablemente, un día despertó, completamente recuperado, desafiando todas las expectativas médicas. Para él, su recuperación fue un milagro, atribuyéndolo a la Fe de su familia y su propia voluntad de vivir.
2. La transformación personal a través de la Fe: Otra historia notable es la de alguien que luchó con adicciones durante años. Sin embargo, un día, en un momento de desesperación, activó su Fe. Decidió cambiar su vida y dejar atrás sus adicciones. A partir de ese día, su deseo de consumir se desvaneció, sin recaídas desde entonces. Para él, fue un acto de Fe que le otorgó la fuerza para superar una lucha que había parecido imposible durante tanto tiempo.
3. El poder de la Fe en la sanación: También escuché sobre una persona diagnosticada con una enfermedad terminal. A pesar de la gravedad del diagnóstico, esta persona mantuvo una Fe profunda y una actitud positiva. Con el tiempo, los médicos quedaron perplejos al descubrir que la enfermedad no solo se había detenido, sino que también había comenzado a regresar. Atribuyeron esta mejoría al estado de ánimo y la Fe inquebrantable de la persona, que desafiaron las predicciones médicas.
4. El encuentro de amor guiado por la Fe: Una historia hermosa involucra a dos personas que se conocieron en circunstancias inusuales. Uno de ellos había orado pidiendo guía y dirección para encontrar a su pareja ideal. Poco después, se encontraron en un evento casual y, con el tiempo, su relación floreció. La forma en que sus vidas se entrelazaron parecía ser un testimonio de cómo la Fe en las respuestas a las oraciones puede llevar a situaciones increíbles.
Estas historias reales ofrecen ejemplos de cómo la Fe ha impactado y transformado vidas en diferentes circunstancias. Desde la sanación hasta la superación personal y la conexión emocional, muestran cómo la Fe puede ser un catalizador poderoso para cambios significativos en la vida de las personas.
"Agradezco sinceramente que hayas dedicado tiempo a buscar una vida mejor. Tengo una profunda convicción de que a partir de hoy, tu vida se transformará, permitiéndote cosechar todo lo bueno que está arraigado en tu corazón."
Yo tengo Fe en ti ¿y tú?
Jesús Martínez - 2023












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